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SANTOS
El mes de noviembre, en muchas partes del mundo, trae consigo la solemnidad y el respeto por los seres queridos que han partido. Son dos festividades el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, celebradas el 1 y 2 de noviembre respectivamente.
Esta festividad puede variar en detalles y practicas pero todas comparten el mismo propósito, honrar y recordar a los difuntos.
A medida que el mundo sigue girando y las culturas evolucionando, estas festividades continúan siendo una hermosa expresión de amor y respeto por aquellos que una vez compartieron la vida con nosotros.
El día de Todos los Santos es una fecha especial para aprender y celebrar la vida de aquellos que han sido ejemplos de fe y virtud. Nosotros celebraremos este día con una actividad divertida, educativa y creativa, investigaremos y crearemos una manualidad sobre nuestro santo o santa favorito.
Elegimos nuestro Santo o Santa, puede ser uno que conozcamos o descubramos. Investigaremos sobre su vida, acciones, lo que lo hizo especial y cómo podemos aprender de su ejemplo
¿PORQUÉ SE UTILIZA EL NOMBRE DE UN SANTO PARA NUESTRA FERIA?
SAN LUCAS: "ALGUIEN MÁS QUE UNA FERIA"
Escribió un libro de la Bíblia . Parábola del Buen Samaritano. Lc 10,25-31
¿Cuál fue el prójimo del herido?
PRÓJIMO=PRÓXIMO (QUIEN ESTÁ A MI LADO Y ME NECESITA?
SAN LUCAS
El buen samaritano no puede ser virtual Tuve mala suerte. Podría haberle pasado a cualquiera. Pero me pasó a mí. Fueron unos bandidos, que me golpearon y me dejaron casi desnudo y medio muerto al borde de un camino. Y en ese dolor herido estaban otras muchas heridas, el hambre de tantos, la soledad de a veces, la violencia que hiere y destruye Yo veía pasar gente a mi lado. Gente buena, gente con la cruz al cuello. Gente que critica a otra gente porque los otros siempre son los malos. Y tuiteaban: "Lástima de mundo". Pero nadie se paraba a echarme una mano. Iban con prisa. Al templo. A clase. A grupos. A la iglesia. A ver las noticias... Pero nadie tenía tiempo para mí. Entonces sentí una mano, que acariciaba mis heridas. Y alguien, sin etiquetas ni pulseras, sin medallas ni títulos, que no era de los buenos para ningún bando, me ayudó a levantar. Me preguntó por mi dolor. Me escuchó, y me ayudó a encontrar refugio. Se preocupó por mí. No pidió nada a cambio. Y cuando no pudo seguir conmigo, aún se encargó de que estuviera seguro. Y dijo que volvería. No sé cómo, ni por qué, pero sentí que ese desconocido era para mí más cercano que tantas otras personas que me rodean. Me quiso, y al quererme, me salvó. (Rezandovoy)